09 diciembre 2009

Vacunarse o no, esa es la cuestión

Llevamos ya casi un mes desde que se puso en marcha la campaña de vacunación contra la "temida" gripe A y es como si nunca hubiera ocurrido. Los medios de comunicación han dejado de hablar de ello con la pasión que les caracterizaba, los ciudadanos ya no llaman al Contestador para reclamar la vacuna "porque nos sentimos indefensos", cientos de miles de personas han sucumbido a la influenza y como si nada...

¿Y qué ha pasado en este tiempo? Pues que todo ha ido con normalidad. Los ciudadanos de riesgo se han ido citando en los centros de salud y han ido inoculándose la vacuna. No ha habido las colas que se esperaban y, más bien, los ciudadanos han hecho una suerte de mutis por el foro y no han vuelto a preguntar a su médico de cabecera.

Tendríamos que pensar en las razones por las que de la histeria en la que vivíamos, hemos pasado a una tranquilidad sahariana, en el tema de la vacunación. Una de ellas es, sin duda, la actitud de los propios profesionales médicos, que parece que no se ponen de acuerdo sobre si hay que someterse a la inoculación de partículas de virus o no, en este caso (hay que recordar que para el resto de las vacunas el consenso es prácticamente total). Y la cuestión es que muchos de ellos ni siquiera han pasado por los servicios de Medicina Preventiva para hacerse con su dosis.

Por otro lado nos encontramos con la experiencia. Cuando conoces a más de uno y más de dos a los que los efectos secundarios de la vacuna les han dejado un poco tocados, ya sea con dolor local, con malestar o con síntomas de catarro, te preguntas...si estoy hecho un roble, puede que la amiga A no me haga más que eso... y puede que sí, pero también te puede dejar para el arrastre.

Aquí también tenemos que tocar la información sobre la enfermedad que se ha ido difundiendo sobre la gripe A. No es una enfermedad grave que se pasa en unos días como cualquier otra gripe (y mira que esto se dice desde hace meses), pero esta no es una razón exclusiva, sino que complementa las otras.

Todo ello ha creado una falsa seguridad del "a mi no me pilla" que a más de uno le hará arrepentirse, pero en la misma proporción tendremos a aquellos que dirán, suerte que no lo hice, porque no era para tanto.

Ahora el debate queda dentro del sector sanitario para con la sociedad. ¿Qué autoridad se le supone a un médico que recomienda a un ciudadano incluido en un grupo de riesgo vacunarse cuando él mismo no lo ha hecho?

El dilema está servido, pero ha calado en la sociedad, como ya hemos visto, y no está tampoco por la labor. Pero algo sí producirá. Si hace unas semanas ya había quien se frotaba las manos pensando la de vacunas "libres" que podría vender pasado el boom, puede que esos planes de negocio se hayan ido al traste, y ahora ya se busquen alternativas.

Mientras, los ciudadanos "no de riesgo" seguiremos cogiendo la gripe A, pasaremos nuestros días buenos y días malos, intentaremos no contaminar al de al lado, y pediremos un antigripal en la farmacia, como lo haríamos otros años. Al final el tiempo pone las cosas en su sitio y esta enfermedad, con vacuna o sin vacuna, volverá a pasar a la historia como tantas otras: "aquella gripe del 2009".

Por cierto, para el que se lo pregunte, no, no me he vacunado. Cosas de no ser personal de riesgo.