28 agosto 2010

Cuando los medios acechan a los pacientes


Quizás me pongo trascendental hoy, puede, pero es que hay cosas que entiendo sólo en parte. Las noticias de sucesos son golosas para los medios, puesto que a mucha gente les interesa conocer al máximo los detalles de aquello que sale de lo normal (quizás no se quiere saber sobre por qué ocurrió el caso Gripe A, pero sí como se cayó un hombre por una alcantarilla).
Sin embargo, hay unos límites que los periodistas, como profesionales, deben respetar. Por supuesto entraríamos aquí en el debate sobre quién es periodista y se ha formado como tal o quién es trabajador de un medio de comunicación por
que en su campo no ha encontrado trabajo.

Disquisiciones a parte, son muchas las peticiones que se reciben en los Gabinetes de Comunicación de los centros sanitarios para contactar con pacientes ingresados. Accidentes de tráfico, cogidas de toros, agresiones sexuales (sí, aunque parezca mentira).

Cuando las recibimos, acudimos al paciente para saber su estado y si estaría dispuesto a hablar con los medios de comunicación. Obviamente, en estas ocasiones somos correa de transmisión del interés y el protagonista. ¿Qué nos suelen contestar? Pues bien, las posibilidades son muchas, pero principalmente tres:
- ¿Usted cree que eso me beneficia o me perjudica? Al paciente le sorprende que alguien del hospital le comente que está para defender sus derechos y que él es el que tiene que decidir.
- No quiero hablar del tema con nadie, ya tengo suficiente con lo que he pasado
- ¿Vendrá la tele? Es que quiero que mis amigos sepan que estoy bien.

Ante una negativa, la trasladamos a los medios que se han mostrado interesados de la forma más rápida posible. Es la voluntad del paciente y, como si de un tratamiento fuera, hay que cumplirla.
En caso de que la respuesta sea positiva, sin embargo, no se avisa al medio para que venga y ya está. El paciente debe rellenar un consentimiento (sí, como el de una cirugía aunque más sencillo), indicando expresamente su autorización a hablar, que le tomen fotos, le graben en vídeo o lo que sea.

Sin embargo, hay otro supuesto, el que me ha hecho escribir este post. El que un "periodista" acuda sin contactar con el mediador "neutro" que es el comunicador hospitalario, y se plante en los pies de la cama del paciente con preguntas sobre lo sucedido.
Sí, la presencia de un periodista al pie de tu cama en el hospital intimida. Es complicado decir que no quieres hablar cuando tienes a la persona delante insistiendo. Los seres humanos, cuando somos vulnerables (y en el hospital, convalencientes, lo somos) somos muy buenos y queremos que todo pase cuanto antes. http://bit.ly/ciO0Tw

Pero qué pasa cuando unos siguen las reglas del juego y otros se las saltan, que el periodista hospitalario se encuentra en una encrucijada. Tiene que decir que no a los que han seguido el procedimiento correcto y contactar con los que no para intentar explicárselo. (luego vendrán las contestaciones... los primeros cuando ven las noticias de los segundos, cabreados, lógicamente... los segundos indicando que no eres quién para decirles cómo hacer su trabajo...).

Por eso, la labor de los periodistas hospitalarios (los que vamos de blanco y nos identificamos como tales) es la de mediar, la de ser neutrales y la de respetar la voluntad y los derechos de los pacientes. No tenemos interés porque se hable ni se deje de hablar. Ni ganamos ni perdemos. A nosotros sí nos dicen, lloran, pidiendo que no les molesten, que ya han pasado mucho y que no quieren recordarlo, y mucho menos ante alguien que lo trasladará al público.

Sé que las redacciones de sucesos son complicadas (porque yo he sido uno de ellos y he recibido presiones para hacer cosas de estas que aún me provocan malestar en el estómago), pero es necesario el respeto a los heridos. Tienen derecho a que se respete su intimidad, a que no se den sus datos, ni su edad, ni sus iniciales, ni su patología. La Ley de Protección de Datos les ampara, así como el artículo 18.1 de la Constitución Española: "Se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen".

Por tanto, hago un llamamiento a la profesionalidad de los trabajadores de medios de comunicación y periodistas. Conozcamos nuestros derechos y deberes y sepamos donde llegan los de los protagonistas de las noticias que seguimos y sobre las que escribimos. No todo vale.

1 comentario:

Taite dijo...

Comparto tu llamamiento, Pablo, pero permíteme que eche mano del pesimismo para adelantarte que no servirá para nada. Nos hemos instalado en el "todo vale" y no hay límite legal o ético que pueda frenar esta deriva. Y ejemplos como el del programa de Ana Rosa no hacen si no confirmar que el periodismo y la manera de contar las cosas están cambiando, y no precisamente para bien.
Me parece tremendamente acertado tu post y comparto el análisis que hace del papel de los periodistas de gabinetes de comunicación en salud y en instituciones sanitarias, concretamente. Lejos de pensar que estamos para ayudar, muchos compañeros piensan que nos hemos instalado en el oscurantismo para tapar no sé qué cosas y que lo que nosotros entendemos como condicionantes legales de nuestra labor (el derecho a la intimidad y a la confidencialidad del acto médico está también recogida en la Ley de Autonomía del Paciente) no son más que trabas que queremos poner en su camino hacia un Pulitzer.
Podría contar millones de ejemplos, que los tenemos a diario en nuestros centros, pero no sería más que abundar en lo que ya estamos diciendo.
Espero que reflexiones como ésta ayuden en algo a la labor de todos los periodistas que trabajan en salud, ya sea a uno y otro lado.
Gracias